domingo, 21 de abril de 2013

Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez
(1881-1959)


Poeta español y premio Nobel de Literatura. Nació en Moguer
(Huelva), y estudió en la Universidad de Sevilla. Los poemas
de Rubén Darío, el miembro más destacado del modernismo en
la poesía española, le conmovieron especialmente en su juventud.

En 1900 publicó sus dos primeros libros de textos: Ninfeas y
Almas de violeta. Se casó con la que ya sería su compañera ejemplar de
toda la vida, Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra
Civil española se vio obligado a abandonar España. Estados Unidos,
Cuba y Puerto Rico, fueron sus sucesivos lugares de residencia.
Moriría en este último país, donde recibió ya casi moribundo la
noticia de la concesión del Premio Nobel.
La obra poética de Juan Ramón Jiménez son Poesías
escogidas (1917), Segunda antología poética (1922), Canción (1936)
y Tercera antología (1957)..
Diario de un poeta recién casado (1917), escrito
básicamente durante su viaje a Estados Unidos, donde conoció y se
casó con Zenobia, es uno de los grandes libros de la poesía española.
Contiene ritmos inspirados por el latir del mar, verso libre, prosa,
sugerencias humorísticas e irónicas. El libro supone un canto a la mujer,
el mundo marino y Estados Unidos. Siguen Eternidades (1918), Piedra
y cielo (1919) y uno de los puntos más altos de su poesía, Estación
total, un libro escrito entre 1923 y 1936, aunque no se publique hasta
1946.
Platero y yo (1917), donde funde fantasía y realismo en
las relaciones de un hombre y su asno. Es el libro español traducido
a más lenguas del mundo, junto con Don Quijote de Miguel de Cervantes.


EL VIAJE DEFINITIVO 
Poema
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincon de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espiritu errará, nostalgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.


CITAS
    "El hombre es libre, tiene que ser libre. Su primera virtud, su gran hermosura, su gran amor es la libertad."
    "El poeta no es un filósofo, sino un clarividente."
    "En la soledad no se encuentra más que lo que a la soledad se lleva."
    "La poesía es un intento de aproximación a lo absoluto por medio de los símbolos."
    "Lo que más indigna al charlatán es alguien silencioso y digno."
    "Mi libertad consiste en tomar de la vida lo que me parece mejor para mí y para todos; y en darlo con mi vida." "Si os dan papel pautado, escribid por el otro lado

Poema
Un pájaro, en la lírica calma del mediodía,
    canta bajo los mármoles del palacio sonoro;
sueña el Sol vivos fuegos en la cristalería,
en la frente abre el agua su cantinela de oro.
Es una fiesta clara con eco cristalino:
en el mármol, el pájaro; las rosas, en la fuente;
¡garganta fresca y dura; azul, dulce, arjentino*
temblar, sobre la flor satinada y reciente!
En un ensueño real, voy, colmado de gracia,
soñando, sonriendo, por las radiantes losas,
henchida  el alma de la pura aristocracia
de la fuente, del pájaro, de la luz, de las ramas
Misiva
Querido amigo Juan Ramón
¿Por qué está usted siempre con esa cara de alma en pena? ¡Es usted un egoísta de primera! ¡Caramba! No le da la gana de ver más que lástimas en el mundo. Hasta yo me pongo triste… con que ¡diga usted! Si a usted lo que le pasa es que necesita salirse de la dichosa rutina cariacontecida de su interior. Yo le voy a curar a usted de raíz, pero de raíz. Sálgase de una vez de su cuarto tenebroso (para usted tenebroso, aunque tenga 6 ventanas o un arco voltaico) de la calle Villanueva, y váyase al Escorial, a Moguer y después a la Residencia –pero ¡por Dios enseguida! Y cuando vuelva a Madrid después de haber respirado un poco el aire de campo, yo me encargo de que no le vuelva a dar tristeza. No le voy a dejar parar. ¿Para qué le sirven a usted sus benditos versos? Si fuera verdad que encima de un asno le floreciera el corazón… pase… pero si a usted no le florece el corazón nunca. Si fuera usted un almendro, un peral o siquiera un magnolio… pero si es usted un ciprés, más parado y sombrío que los del Generalife. Déjese de tristezas una temporada y véngase a jugar con todas mis amigas andaluzas y conmigo. Ya sé que se enfada porque le digo que quiero que se enamore de una de mis amigas, lo desdigo. No se enamore usted de ninguna, pero deje que le sacudamos un poco esa tristeza. Sus amigos deben ser todos una serie de lechuzas o no se lo hubieran tolerado a usted. Yo si fuera su hermana… cuando viniera a casa, cogía todos los cojines de la sala y lo estaba bombardeando hasta hacerlo reír.

Anoche no pude terminar mi carta y hoy la concluyo en casa de Josefina. Nos vamos a comprar un par de castañuelas para mandárselas a usted. Acabo también de recibir su carta: “Frater Luna, si en esto estamos desde que lo conocí”. Usted se parece tanto a mi hermano mayor que muchas veces no sé cuál es cuál. Y ¿quién le ha dicho a usted que yo me voy a casar con nadie,
pájaro de mal agüero? ¡En eso estoy yo pensando! ¡Y aquí en España! ¡Enseguida! ¿Por qué no será usted una muchacha, Dios santo? No se vaya usted con Ortega y Gasset, váyase con Jaen o con cualquiera que no sea otro sauce como usted. Póngase a escribir seguidillas, vístase de torero y plántese en la calle de las Sierpes a echarle piropos a todas las inglesas feas que desfilen por allí.

¡Alegrémonos de haber nacido! “Frater Sol.”
Zenobia . 1913.
.

jueves, 11 de abril de 2013


La vejez
Cuando yo llegue a vieja
-si es que llego-
y me mire al espejo
y me cuente las arrugas
como una delicada orografía
de distendida piel.
Cuando pueda contar las marcas
que han dejado las lágrimas
y las preocupaciones,
y ya mi cuerpo responda despacio
a mis deseos,
cuando vea mi vida envuelta
en venas azules,
en profundas ojeras,
y suelte blanca mi cabellera
para dormirme temprano
-como corresponde-
cuando vengan mis nietos
a sentarse sobre mis rodillas
enmohecidas por el paso de muchos inviernos,
sé que todavía mi corazón
estará -rebelde- tictaqueando
y las dudas y los anchos horizontes
también saludarán
mis mañanas.
                                                                                                    Gioconda Belli





domingo, 7 de abril de 2013


                Nunca fuí a granada


«¡Qué lejos por mares, campos y montañas!
Ya otros soles miran mi cabeza cana.
Nunca fui a Granada.Mi cabeza cana, los años perdidos.
Quiero hallar los viejos, borrados caminos.
Nunca vi Granada.
Dadle un ramo verde de luz a mi mano.
Una rienda corta y galope largo.
Nunca entré en Granada.
¿Qué gente enemiga puebla sus adarves?
¿Quién los claros ecos libres de sus aires?      
Nunca fui a Granada.


¿Quién hoy sus jardines aprisiona y pone

«¡Qué lejos por mares, campos y montañas!
Ya otros soles miran mi cabeza cana.


Nunca fui a Granada.Mi cabeza cana, los años perdidos.
Quiero hallar los viejos, borrados caminos.
Nunca vi Granada.
Dadle un ramo verde de luz a mi mano.
Una rienda corta y galope largo.
Nunca entré en Granada.
¿Qué gente enemiga puebla sus adarves?
¿Quién los claros ecos libres de sus aires?      
Nunca fui a Granada.
cadenas al habla de sus surtidores?
Nunca vi Granada.
Venid los que nunca fuisteis a Granada.
Hay sangre caída, sangre que me llama.
Nunca entré en Granada.
Hay sangre caída del mejor hermano.
Sangre por los mirtos y aguas de los patios.
Nunca fui a Granada.
Del mejor amigo, por los arrayanes.
Sangre por el Darro, por el Genil sangre.
Nunca vi Granada.
Si altas son las torres, el valor es alto.
Venid por montañas, por mares y campos.
Entraré en Granada.»
     
                                                                                                                Rafalel Alberti


(Tomado de «Balada del que nunca fue a Granada »,

 Poesía a la mujer



jueves, 4 de abril de 2013


HUAPANGO TORERO.


Toro, toro, toro...
Mientras que las vaquillas, !so¡
en el tentadero, única y nada más,
nada más pa' los toreros.
Por fuera del redondel,
por cierto de piedras hecho;

sentado llora un chiquillo,
sentado llora en silencio.

Con su muletilla enjuga
sus lágrimas de torero,
con su muletilla enjuga
sus lágrimas de torero.

La noche cae en silencio,
la luna cuelga, cuelga allá lejos;
se empiezan a acomodar

las estrellas en el cielo.
Y rumbo hacia los corrales,
se ve al chiquillo que va resuelto,
él quiere torear un toro,
su vida pone por precio.

Silencio...
los caporales están durmiendo,  
los toros, los toros en los corrales
andan inquietos.

Un capote en la coche
a la luz de la luna quiere torear.
Silencio...

De pronto la noche hermosa
ha visto algo y está llorando;
palomas, palomas blancas
vienen del cielo, vienen bajando.

Mentira, si son pañuelos,
pañuelos blancos llenos de llanto,
que caen como blanca escarcha
sobre el chiquillo que ha agonizado.

Toro, toro asesino,
ojalá te lleve el diablo.
Toro, toro asesino,
ojalá te lleve el diablo.
Silencio...
Los caporales están llorando

                                                                              Lola Beltrán


Hola Manoli poco a poco iremos haciendo el camino y nosotras no nos vamos a rendir. Un beso

martes, 2 de abril de 2013

El Papa, en su primer Ángelus: "El Señor nunca se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos"

"El Señor tiene una gran capacidad para olvidar, para perdonar", ha dicho este domingo el Papa durante una misa que ha oficiado en la parroquia de Santa Ana del Vaticano antes de su primer Ángelus antes miles de personas congregadas en la plaza de San Pedro, donde ha reiterado que somos nosotros quienes nos olvidamos de perdonas, a diferencia del Señor, que no se cansa "nunca". Noticia de acualidad